28 jun 2010

Todos podemos cambiar... a peor

El otro día descubrí que Iritec ha diseñado una bonita nuevo página web. Pero aunque sea bonita, ni siquiera eso compensa la gran desfachatez, engaño y pura fachada que supone esta gran farsa que es su carta de presentación. Si siempre he dudado que algunas cosas pudieran cambiar, me equivocaba. Pueden ser aún peores.


Al ver la nueva web, lo primero que se me ocurrió mirar es si aún existía esa falsa entrada al área de clientes que comentaba en un post anterior. Pues no, ya no existe, pero lo que vemos es mucho peor. Vamos por zonas. En la parte superior, nos encontramos los enlaces de comunicamos, carrera, mapa web, y contactar, que... ¡sorpresa! Son enlaces a ningún sitio. En concreto enlaces a #, que los entendidos en HTML ya conocerán.

Nos desplazamos un poco más a la derecha para encontrar dos interesantes logos:


No puedo hablar a ciencia cierta sobre lo que supondría poner un logo de CMMI sin tener la correspondiente certificación. Me guardaré mi opinión por simple desconocimiento, aunque probablemente no esté muy alejado de la realidad. 

¿Qué pasa con el logo del W3C? Este falso logo del W3C intenta imitar el logotipo que muchas sitios ponen demostrando que su sitio cumple los estándares dictados por el organismo W3C, en cuanto a HTML y CSS (como se aprecia en el logo). El propio logo suele incluir un enlace al validador del W3C para probar que la página es válida según estos estándares. En este caso, el enlace brilla por su ausencia, así que probemos a validar manualmente la página:


Por supuesto, como era de esperar, el HTML no valida:



Al menos el CSS sí que valida...

Otra de las partes más cool del sitio son todos esos iconos web 2.0. A los responsables se les debió pasar por la cabeza que son más guays que nadie si ponen un montón de logotipos de moda:



NINGUNO funciona (enlaces a #) excepto el del blog... No hay más que comentar al respecto.


Realmente, alguno de los más preocupantes es el enlace de Aviso Legal, en la parte inferior izquierda, que una vez más no lleva a ninguna parte.

Los enlaces que sí funcionan perfectamente son aquellos que no llevan más que a otras páginas llenas de palabrería, que recomiendo vehementemente, a cualquier humanoide pseudo-inteligente o ser vivo con mínima capacidad de raciocicio,  leer para gran regocijo y disfrute. La verdad que un mapa web o un poco de organización vendría bien para no perderse entre tan absurdo batiburrillo de narcisismo y auto bombo, pero si uno tiene tesón puede encontrar grandes perlas, dignas de ser recordadas y enmarcadas por toda la eternidad. El gran valor de este portal reside en cómo ser capaces de decir tan poco, de forma tan ostentosa,  y ocupando tanto espacio.

14 jun 2010

Taxi Driver

Siempre he tenido una mala opinión del gremio de los taxistas, pero hasta hoy no ha sido la gota que colma el vaso. Sé que no se puede generalizar, pero ¿por qué la inmensa mayoría de los taxistas españoles siguen el patrón que voy a describir?

¿Qué me ha ocurrido? Me dirijo a mi casa, conduciendo a unos 55km/h de marcador en el carril derecho por una avenida de 3 carriles (límite 50km/h), cuando un taxista delante mío, a unos 80km/h, se cruza dos carriles y se coloca delante para tomar el desvío de la derecha. Son casi las 10 de la noche, pero no lleva las luces encendidas. Voy detrás suyo (sigo mi camino), y a continuación se salta un semáforo totalmente rojo, sin visos de cambiar. 10 segundos después se pone verde. Ahora por las calles de mi barrio el señor taxista circula a 20 por hora, ralentizando mi marcha. ¿No llevaba usted tanta prisa? Sigue varias calles así, sin posibilidad de adelantar porque sólo hay un carril. Por supuesto, desde el principio y en todo momento los intermitentes brillan por su ausencia. Finalmente, no satisfecho, saca la mano por la ventanilla y tira un cigarro. En menos de 5 minutos ha infringido:

  • No llevar las luces encendidas, cuando es prácticamente de noche (21:45).
  • Límite de velocidad.
  • Arrojar colillas por la ventanilla.
  • Realizar maniobras sin señalizar adecuadamente.
Estos señores suelen considerarse los amos de la carretera y conducen a su antojo, quebrantando las leyes de tráfico. Señores, las carreteras son de todos, todos las pagamos, y las leyes también son para todos. Luego se quejarán cuando endurezcan las sanciones. A todos nos jode, pero las leyes están hechas para poder convivir en la sociedad y, en este caso, en el asfalto.

Hace ya unos meses un taxista (intento evitar coger el taxi siempre que puedo, pero a veces es inevitable), me llevó a mi casa por un camino evidentemente más largo, cuando el GPS delante de sus narices le estaba señalizando la ruta óptima. Cuando le señalo que por qué no vamos por ese camino, me trata como si fuera subnormal, diciendo que era más corto por donde me estaba llevando. Estupefacto, no supe qué replicar. Aunque hice bien en quedarme callado, ya que otro día otro taxista nos narraba cómo le dieron ganas de pegar una paliza a un cliente por sugerir que le estaba engañando y llevándole por un camino peor. Pero se contuvo, y lo único que hizo fue pararle y echarlo de su vehículo.


Un taxista recomendando un camino alternativo

Otras cuestiones que me planteo son:
  • ¿Por qué, aunque existe una línea delante de los semáforos y pasos de peatones, que indica el punto que no debería rebasar el coche al detenerse, los taxistas insisten en introducir medio coche en el paso de peatones, molestando a los transeúntes?
  • Señores, yo también sé cuándo el semáforo está a punto de ponerse en verde. No hace falta ser un lince para observar el patrón, e intuir cuando el semáforo va a cambiar. Eso no significa que se puede pasar el semáforo en rojo.
  • Lo mismo se podría aplicar al revés. Un semáforo que se acaba de poner en rojo no significa acelerar para pasarlo. Si juntamos este factor y el anterior, el riesgo es evidente, como se ha visto en numerosos accidentes.
  • Sí señores, ustedes son los dueños de la carretera, y pueden pararse cuando quieran, en medio, sin molestarse en apartarse un poco para no entorpecer el tráfico. ¿Por qué nosotros no podemos hacer lo mismo por un momento, si alguien tiene que bajar o subir al coche, sin que tengan que pitar y dirigir airados comentarios y gestos?
Por supuesto, como en todas las profesiones, hay grandes profesionales que saben hacer su trabajo perfectamente y respetar a los demás y a sus clientes, pero probablemente son los cuatro gilipollas que se comportan de esta manera los que desprestigian al gremio.